También hubo de influir en su formación su marido, el doctor Víctor Pérez González, uno de los colaboradores de la Revista deCanarias*, profesor de Agricultura en el Instituto de La Laguna (Tenerife) y presidente durante un tiempo de la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Pero será hacia la mitad del ochocientos cuando se inicie en la escritura: Domingo Verdugo, palmero y marido de Gertrudis Gómez de Avellaneda, la obsequia con un Arte poético y su curiosidad la lleva a interesarse por hacer sus primeros ejercicios de composición. Poesía de carácter romántico, cercana a Espronceda o a Rosalía de Castro. Se sintió atraída por el mar y por el campo, tanto el paisaje como los personajes y sus faenas; la memoria de su infancia es otro tema recurrente junto a las tradiciones de las Islas. Entre 1853 y 1854 publica, en El Eco del Comercio*, la mayor parte de sus poemas; entre los más nombrados: “El canto del pescador” o “A la antigua palma del Jardín”, este último publicado, también en 1930, en El Campo. Es autora también de “Dos Guanartemes”, leyenda aborigen, en verso octosílabo romanceado. Elías Mujica* la incluye en su antología Poetas Canarios, de 1878. A la muerte de su marido, la poeta abandona por completo la escritura. Una grave enfermedad la retira definitivamente en 1908. De los poemas que escribió y publicó deja una selección de treinta composiciones, con el título de Ensayos poéticos, que queda en manos de sus familiares pero que no ha llegado a publicarse hasta ahora.