Hay una imagen recurrente en la literatura y el arte en Canarias que apenas ha sido cuestionada. Se trata de esa silueta que, a la orilla del océano, extravía sin remedio su mirada. La escena posee, qué duda cabe, potencia evocadora. Pero su valor reside además en que condensa tres tópicos que han hecho de un mito colonial una tradición: el aislamiento, la intimidad y el sentimiento del mar. En su nuevo poemario, Otro mar, otro suelo (El sastre de Apollinaire, 2022), Nilo Palenzuela arremete contra ellos, rompiendo en mil pedazos el gánigo de la insularidad.
Se desprenden entonces estos versos del último eslabón de una ceguera telúrica. La silueta se mueve y vuelve a poner su mirada otra vez en el océano, pero en él ya no encuentra solamente pérdida. La marea trae ahora también un “tumor de cráneos” que es una invitación a pensar desde otro lugar. Palenzuela pone así palabras a un contexto ingrávido, pese a saber que el signo siempre está de paso. Como es su deber, en un momento la significación se apaga, pero revela antes una verdad imposible: “Ah, África, / ¿estabas ahí, / desde cuándo?”.
La represión y el retorno de lo reprimido son lo mismo y forman parte de un mismo proceso. Ambos son, desde la lógica de la metonimia, como “la arena del continente, esas alas” tronando en silencio la represión del estar, el retorno del ser. De poco sirven los mapas si no nos desconocen. Por eso la pregunta por la identidad es tan importante: “¿ver-so-re-verso?”.
No debemos desaprovechar el cuchillo de oportunidad que es la memoria. Palenzuela lo demuestra al quebrantar el olvido de los crímenes de Europa en el Gran Sur. Después de todo se puede afirmar, junto a Alonso Quesada, que no fueron tantas las Ventajas del bautismo. Un siglo más tarde, el mundo que emerge de tal devastación sigue aún sin exhumar aquellos “naufragios, negocios y conquistas”. Desde Nador a Port Louis, desde Yibuti al Puerto de la Cruz, esta oda es un ofrecimiento para hacer del dolor topoi.
Otro tiempo, otro anhelo es el sentido que Nilo Palenzuela otorga a estos poemas. “La huida, la esperanza de ser de otra manera / que ser”. La retroactividad de una primera y última promesa… Para eso nos convoca “como si no fuéramos todos”, y es ahí, precisamente, donde toma cuerpo su leitmotiv. Retorno a África, cambiar el paso para que estas “islas de Nadie” puedan rendir sus máscaras.